miércoles, 5 de agosto de 2015

Las leyendas del ballet Parte I

Por: Citlali Guadalupe Trujillo Rivas

Qué sería de la danza clásica sin la inspiración de nuestras estrellas, de aquellos que a través de los años han perdurado por su entrega, dedicación, pasión y vocación por la danza. Aquellos que han tenido un don especial más allá de simplemente ejecutar una técnica, sino que mueven las fibras de nuestro ser al verlos bailar, pues representan la perfección en movimiento. En su danza, vemos fuerza, sutileza, pasión, perfección, dejando el alma en el escenario, convirtiéndose así en inspiración, en maestros, en leyendas de la danza clásica.

Vaslav Nijinsky, con tan sólo nueve años, ya estaba considerado un niño superdotado para la danza. En 1909 fue contratado como bailarín principal y coreógrafo para la presentación de la nueva compañía de Diaghilev. La expresividad y belleza de su cuerpo, ligero como una pluma y al mismo tiempo fuerte como el acero, junto con la gran altura de sus saltos y calidad de su interpretación, deslumbraron y lo convirtieron en leyenda, además de su carrera como coreógrafo, creando la controvertida Consagración de la Primavera. Fue tal su impacto en la danza, que el propio Rodin le hizo una escultura.

Lamentablemente, el régimen de confinamiento sufrido durante la guerra había agudizado sus trastornos mentales, debidos a una antigua lesión y herencia neurótica. Agobiado de esquizofrenia paranoide y de manía persecutoria, su conducta resultaba impredecible, especialmente en sus últimos años, sin embargo su sin igual talento lo llevaron a la posteridad.

Rudolf Nureyev, inició como solista en el Kirov, tras salir de la URSS, el Royal ballet lo acogió; es recordado por sus impecables ejecuciones y exquisita interpretación, pues ¿quién hasta el momento ha ejecutado una variación de Bella Durmiente como él?, quien junto a Margot Fonteyn, veinte años mayor que él, se convirtieron en la pareja emblemática del ballet de la segunda mitad del siglo XX. Con clásicos como La Bella Durmiente, El Lago de los Cisnes y Don Quijote, se situó en la élite mundial con una rapidez impresionante. En 1983 fue nombrado director del Ballet de la Ópera de París, puesto en el que estuvo hasta su muerte en 1993.

Margot Foteyn, resultó una bailarina tan inspiradora que fueron creados ballets especialmente para ella por Frederick Ashton, y muchos otros coreógrafos, y justo cuando su carrera ya había alcanzado su máximo y empezaba a ir en descenso, se hizo partenaire de Nureyev, fueron famosos por su exquisita interpretación de los ballets del repertorio clásico y por las coreografías que se crearon especialmente para ellos. Sin duda, ella fue una de las primeras figuras femeninas de inspiración en la danza clásica.

Maya Plisetskaya, el cisne hecho en mujer, desafió el tiempo y las costumbres de la época, escandalizó al régimen soviético con interpretaciones eróticas y se apasionó con coreografías modernas a la edad en que sus colegas ya estaban retiradas, por lo que fue una bailarina muy controversial.
Una guerrera de la danza, en su cumpleaños 80, en 2005, interpretó "Ave Maya" que le dedicó el coreógrafo Maurice Béjart.
Nombrada "Prima ballerina assoluta", una distinción suprema que el Bolshoi sólo ha concedido dos veces en su historia; incluso Béjart la consideraba como: "La última leyenda viva de la danza".

Llegó a ser primera bailarina con tan sólo 18 años, cuando inició su carrera profesional interpretando La muerte del cisne. Además, se arriesgó a incorporar la danza moderna, por lo que trabajó con coreógrafos como Alberto Alonso, Maurice Béjart y Roland Petit, que crearon varias piezas para ella como Carmen, Isadora y La Rose Malade.
Sin duda una gran leyenda de la danza clásica que aunque su cuerpo dejó de respirar en este año, su poesía en movimiento prevalecerá para el resto de la historia.

Michaël Denard, nombrado “etoile” en la Ópera de París en 1971, fue uno de los íconos de ballet en la década 1970-1980, bailó en el American Ballet Theatre, Bolshoi, Kirov, Teatro Colón con partenaires como Ghislaine Thesmar, Natalia Bessmertnova, Cynthia Gregory, Ekaterina Maximova, Natalia Makarova y Sylvie Guillem. En 1979 Maurice Béjart coreografió para él, El Pájaro de Fuego y bailó obras de renombrados coreógrafos como Jerome Robbins, Merce Cunningham, Patrice Bart, Roland Petit y Alvin Ailey. Entre 1993 y 1996, dirigió el ballet de la Staatsoper Unter den Linden de Berlín, y recibió el Prix Benois de la Danse en 1996. Tuvo excelentes bailarinas como partenaires, lo que nos muestra que fue un ejecutante excepcional.

Mijaíl Barýshnikov, llamado por algunos el mejor bailarín del mundo, sin embargo, considero que eso depende de los gustos y apreciaciones de cada espectador, pues cada una de estas leyendas, tiene sus atributos y talentos.
Se graduó de la escuela Vagánova de Ballet, Aleksandr Pushkin, quien anteriormente había enseñado a Rudolf Nuréyev, fue como un padre para él. Inició su carrera en el Ballet Kírov en Leningrado como solista, en Giselle. Ha ganado innumerables premios, entre ellos el premio Nijinsky. Fue partenaire de Irina Kolpakova, (a quien muchos consideraban la más grande bailarina clásica) en ballets como La Bella Durmiente, El Cascanueces, Giselle, Coppélia, Flamas de París, y Don Quijote. De 1974 a 1979 fue bailarín principal del American Ballet Theatre. Diversos papeles fueron especialmente creados para él y se desempeñó también en la danza contemporánea, incluso fundó y dirigió hasta 2002 White Oak Dance Project, un proyecto de danza contemporánea.

Además, hizo cine y televisión, lanzó su propia marca de perfumes y ropa de danza; siempre en el medio artístico y haciendo de la danza su vida, por lo que también fundó un centro de artes en Nueva York.
Su retiro de la danza fue lamentable, sin embargo, los amantes de la danza no se cansarán de apreciar su precisión y fuerza en el escenario.

Como hemos visto hay una historia detrás de cada uno, que muchas veces ni siquiera imaginamos al momento de verlos bailar en el escenario, pero que al conocer un poco más de su historia nos convencemos que realmente son artistas admirables y dignos de reconocimiento.

En el siguiente artículo seguiremos conociendo a las demás leyendas de la danza clásica que considero también han inspirado y transcendido en la historia.

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