lunes, 8 de febrero de 2016


La danza contemporánea en México, en crisis

Por: Citlali Guadalupe Trujillo Rivas



A fines de los 70´s y en las décadas siguientes, surgieron en México una infinidad de grupos, coreógrafos(as) y bailarines(as) de danza contemporánea que deseaban crear sus propias propuestas y abrir nuevos espacios para realizar su arte; por lo que nacieron varios grupos independientes, es decir, que no recibían subsidios gubernamentales, (como en aquel entonces el Ballet Nacional de Guillermina Bravo, El ballet Independiente de Raúl Flores Canelo y Ballet Teatro del Espacio de Michael Descombey que gozaban de estos subsidios) aunque sí recurrirían a las instituciones culturales y artísticas para contar con espacios adecuados y foros para difundir su trabajo.

La Danza Contemporánea, como dice Harald Kreutzberg “tiene como objetivo el abandono de ciertas leyes técnicas a favor de una comunicación más francamente emocional y atmosférica.”

El contemporáneo, nace como la mayoría de los demás tipos de danza del ballet clásico. Sin embargo, su principal concepto es romper con la rigidez del clásico, y a diferencia de éste que tiene una técnica estrictamente establecida, las coreografías de danza contemporánea se basan en gran parte en la exploración y libertad de movimiento a partir de ideas y sentimientos más que en formas y figuras ya definidas, el bailarín hace uso del suelo del escenario y el aire, ya sea en caídas, cargadas o elementos para suspenderse, además se utilizan también foros al aire libre u otro tipo de espacios no tradicionales como espacios alternativos, incluso se utilizan las calles para intervenir en los espacios públicos.


La complexión de los bailarines de danza contemporánea aunque es atlética y entrenada, no se exige estrictamente una fisonomía y complexión como la de los bailarines clásicos, así mismo se baila descalzos o de acuerdo al calzado que la coreografía requiera, a diferencia de las zapatillas forzosas en clásico o el piso estrictamente de duela o linóleum; y el vestuario es de acuerdo a la historia que la coreografía cuenta.

Dentro de la danza contemporánea se narran historias diferentes a las que se plasman en las obras de ballet clásico, puesto que se representan aspectos de la vida cotidiana, de crítica social, fantasías, sueños, pero no siempre las clásicas historias bonitas de príncipes y princesas. La música que se puede utilizar es infinita, pues va desde una pieza original (del género que se requiera), el silencio, atmósferas, etcétera, según la coreografía lo demande.

Como podemos ver, el campo de creación en la danza contemporánea resulta infinito, pero… ¿Por qué en México se habla de una crisis en el ámbito creativo y también en la creación de públicos?

Por desgracia, a lo largo de la historia y conforme ha ido avanzando el tiempo, los coreógrafos(as) han tratado de “innovar” tanto que se han olvidado en algunas ocasiones de que en las coreografías sea cual sea la historia que se narre, deben estar compuestas por danza y técnica, y han caído en la abstracción, en lo conceptual, en la no danza, en el silencio y en la inmovilidad, y aunque la inacción también tienen una acción; se ha perdido la esencia de la danza como tal, haciendo que resulte extraño o poco entendible al público, y es que de por sí la formación de públicos para danza en México es precaria, aún más para danza contemporánea puesto que la cadena entre la creación y producción de obras, la creación públicos y difusión de las obras, no se está engranando de manera tal que de un buen resultado, sino que se está alejando al público de la danza contemporánea y es que a veces ni la misma gente del gremio termina entendiendo por completo la obra.

Se habla de una crisis en el ámbito creativo debido a los aspectos anteriores, y prueba tal de esto, es que el año pasado se tuvo el desafortunado suceso de que por falta de contundencia, calidad, investigación y compromiso, el jurado del Premio Nacional de Danza INBA-UAM Guillermo Arriaga, fue declarado desierto; un suceso que dejó un trago amargo para todos los participantes y para la comunidad de danza en general. Críticas, puede haber muchas y los expertos pueden opinar mil cosas al respecto, pero es un hecho que la gente no tiene el interés de ir a ver danza contemporánea y que sigue anteponiendo ir a ver un cuento de hadas en puntas donde todo es perfecto o un divertido y alegre zapateado.

Ambas visiones ya son cuestión de gustos, sin embargo, los creadores de danza contemporánea tienen un reto muy importante, lograr tocar corazones y fibras de un público amplio que no sólo se enfoque a los mismos de siempre o del gremio, sino al público en general, que sean sensibles en cuanto a lo que a la gente le gustaría ver en el teatro, que hagan coreografía, no una inacción en el escenario que está claro que no ha funcionado para formar públicos nuevos.

De igual manera, como sabemos nuestras políticas culturales en el país no son de ayuda y el reto al que se enfrentan principalmente las compañías independientes es no sólo en la creación de sus obras, sino en tener espacios dignos para ensayo y posteriormente para poder presentarse, la mayoría de los espacios ya están sujetos a convocatorias por lo que obtener uno de ellos ya no está garantizado y una vez que se logra obtener donde tener una serie de presentaciones o temporada, está el trabajo de gestión y difusión sumado a la poca cultura de consumo de danza en México.

El panorama es difícil en nuestro país, pero si los creadores hacen uso de la infinidad de elementos de los que está dotada la danza contemporánea, se abstraen menos, piensan más en los bailarines, en el proceso creativo y en lo que quieren hacerle sentir al público más allá de un conceptualismo y abstracción que aunque está de moda, no da resultados, quizá entonces el contemporáneo inmerso en esta crisis, pueda salir del bache. 

Twitter: @Citla_Trujillo

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